martes, 27 de febrero de 2007

La ciudad

Maputo es una ciudad en cuesta que desciende hasta el mar. El calor en la ciudad es asfixiante en esta época del año y la humedad alcanza más del 90%.
El centro de la ciudad es la zona moderna, con edificios altos y amplias avenidas. La Baixa es la zona popular, bulliciosa y destartalada. También es la más peligrosa por la falta de policía y la proliferación de pequeños delincuentes, carteristas y descuideros. Siempre hay peligro de que roben un coche, arrebaten un móvil mientras se habla o den un tirón a un turista incauto que muestra demasiado su equipo fotográfico. Si uno deja el coche sin cuidado o sin protección, puede aparecer sin espejos, tapacubos o cualquier otra cosa que se pueda desmontar. La mayoría de los coches tienen protegidos hasta los intermitentes con una especie de tirillas metálicas de fabricación casera que van remachadas a la carrocería.
Más allá del centro y de la Baixa, la ciudad se disemina y aparece una imagen mucho menos agradable. Proliferan las barracas, chabolas y casitas de bloques y adobe, entre descampados y vegetación exuberante. Las calles están sin asfaltar y los coches pasan por ellas dando tumbos hundiéndose en la arena. Al lado de un moderno supermercado lleno de productos sudafricanos y al que suelen ir los extranjeros, está la vieja plaza de toros portuguesa, abandonada y casi en ruinas. A su alrededor se mueve un bullicio incontrolado de personas que, en los límites de la ciudad, vuelven a sus casas de los arrabales después de una jornada de trabajo. Incluso aquí, en el límite de la ciudad, el precio por el alquiler de las viviendas es elevado. El apartamento donde vive mi ayudante cuesta 4.000 meticales, unos 125 euros, lo que constituye casi la mitad de su sueldo y eso que es un licenciado en derecho, funcionario de carrera del Tribunal Supremo. El salario mínimo del país, que por cierto cobra el 80% de la población, asciende a 35 euros mensuales. El apartamento que ocuparé la semana que viene cuesta al mes unos 12 ó 14.000 meticales, es decir, entre 375 y 440 euros, una auténtica fortuna con la que se podría pagar el salario mínimo de más de10 personas.
Por otro lado, no es usual comprarse la vivienda. El interés actual supera el 25% y las condiciones de financiación –escasas y a muy corto plazo- hacen que la amortización mensual exceda fácilmente el importe del salario íntegro del comprador. La mayoría de los habitantes de Maputo viven de alquiler.
Esta mañana me han llevado a conocer el mercado de pescado. Es un lugar típico y aparentemente de muy baja estofa donde venden todo tipo de pescados y mariscos. Sin embargo, estaba casi vacío y la razón de ello son los precios, elevadísimos para un mozambiqueño, y es que se trata de un lugar destinado a expatriados, turistas y cooperantes. Un Kg. de magníficos y fresquísimos langostinos cuesta 6 euros, algo prohibitivo para una familia local media. Por lo demás, y haciendo caso omiso de las condiciones higiénicas de los puestos –que no pasarían en España ni la inspección de un empleado de la ONCE- la variedad, colorido y riqueza del pescado en venta quitaba el aliento.

lunes, 26 de febrero de 2007

Primer Día

A primera hora, el Embajador en persona vino a recogerme en su coche oficial al hotel. Habíamos concertado una cita con el Vicepresidente del Tribunal Supremo para hacer las presentaciones pero, antes que nada, me dio un paseo por la ciudad y me mostró los edificios más interesantes que, como era de esperar, pertenecen todos a la época colonial y son oficiales: la aduana, el ayuntamiento, la estación de ferrocarril… también hay algunas casas notables, de ese estilo indo-portugués tan barroco que las hace tan especiales. Los edificios modernos, en cambio, carecen por completo de valor arquitectónico y están poco mantenidos, de manera que aparentan mucha más antigüedad de la que en realidad tienen.
El Tribunal Supremo está en la Calle Vladimir Lenin esquina Ho Chi Min. A causa del pasado comunista del país y la época del Frelimo, la mayor parte de los nombres de las calles de Maputo son de ese estilo. Lo más centrado que he visto es "Olof Palme".
El Tribunal ocupa dos edificios. Uno, más antiguo, es una vieja residencia colonial holandesa del S. XVIII que ha sido rehabilitada y que albergó durante algún tiempo el Museo de Historia Natural que ahora se ha trasladado a un enorme y bellísimo palacio portugués de estilo manuelino. Ahí se encuentra el despacho del Venerando Presidente, una sala de vistas para los plenos y otra para deliberaciones. Casi todo el lugar conserva los viejos azulejos del palacio, de origen italiano, así como otros muebles históricos. La Sala de Vistas conserva una vieja sillería portuguesa del S. XIX a la que únicamente han colocado, bajo la esfera armilar de la vieja metrópoli, el nuevo escudo del país.
El otro edificio es moderno y funcional, con solo dos plantas. Ahí están los despachos de los Magistrados, que aquí se llaman Jueces Consejeros, y las oficinas judiciales. Todo el complejo está vallado y dispone de un aparcamiento propio lleno de coches oficiales y motoristas, incluido el mío.
Nos recibió el Vicepresidente, un hombre acogedor, venerable y tranquilo, que nos transmitió sus preocupaciones, contó algunas anécdotas, y terminó haciendo de cicerone. Me mostró mi despacho, una preciosa habitación en la fachada del edificio con un mobiliario espartano y una sala de recepciones adjunta para recibir las visitas. Al lado opuesto, está el despacho de dos juristas que trabajan para el Tribunal como ayudantes.
A la hora del almuerzo, fui con el Coordinador español a la residencia del Embajador. Se trataba ahora de una recepción más formal a la que asistieron, además, el Coordinador Adjunto de la Cooperación Española y el Primer Secretario de la Embajada. La residencia del Embajador es amplia y exótica, llena de muebles y recuerdos africanos y con una estudiada decoración en colores terrosos y maderas oscuras que la hacen cálida y confortable. Dispone, además, de un exquisito servicio que atiende delicadamente a los huéspedes. La comida, también formal, resultó muy agradable y el Embajador, con idéntica cortesía a la ya mostrada, propuso un brindis en mi honor y me deseó mucha suerte.
Por la tarde, el Coordinador me mostró la sede de la Cooperación Española. Se trata de un edificio de varios pisos en pleno proceso de rehabilitación, de modo que las condiciones no son excesivamente favorables. Ni siquiera hay espacio para todos así que hay que compartir despachos y yo lo hago con el director financiero. En realidad, mi lugar de trabajo estará en el Tribunal Supremo, pero aquí han dispuesto de un pequeño lugar para lo que llegue a necesitar. El Coordinador me presentó a los demás miembros de la Oficina Técnica de Cooperación y, tras una breve charla, finalizó el día.

sábado, 24 de febrero de 2007

La Llegada

El viaje Madrid-Maputo pasó por Lisboa. De acuerdo con mi suerte habitual, resultó ser el único vuelo de todo Barajas que llevaba retraso. No mucho, afortunadamente, de manera que una hora más tarde de la prevista en Lisboa, hicimos el gran salto.
Se ve que es política general de la administración pública darse a pocos lujos con sus funcionarios, así que el billete que me compraron era de clase turista. Para viajes cortos, esto se puede soportar pero para los transoceánicos o intercontinentales, la cuestión es bien diferente y eso que los asientos de la TAP son mejores que los de Iberia y bastante más espaciosos. Pese a todo, resultó bastante incómodo aunque la coincidencia horaria hizo que todo el trayecto fuera nocturno y que, salvo algún pequeño sobresalto, pudiera ir dormido.
El aeropuerto de Maputo está muy cerca de la ciudad, apenas a 3 Km. y al llegar, tuve una experiencia inédita: el paso por la Sala de Autoridades. Antes de salir de la pista apareció una señora con mi nombre en un cartel y me llevó por otra entrada hacia una sala donde me esperaba el Coordinador General de la Cooperación Española, el Presidente del Tribunal Provincial de Maputo y una cohorte de ayudantes y auxiliares que se afanaban yendo y viniendo con papeles y maletas. A los aduaneros ni los ví. En un momento me trajeron el equipaje que habían recogido en mi nombre, con el pasaporte ya diligenciado. Mientras tanto, fui amabilísimamente atendido por el Presidente y por el Coordinador que me dieron una primera imagen de la ciudad y de lo que me esperaba.
Al salir me presentaron a mi chófer (el motorista). Resulta que no me han comprado un coche sino que me proporcionan uno con conductor. Es muy joven, viene del norte y habla un extraño portugués mezclado con un acento local con el que apenas se hace entender. Pero es extraordinariamente servicial y sonriente y me sigue a todas partes.
Hay otra persona que me sirve de contacto con el mundo. Todos le conocen por “cubanito” dado que, gracias a una beca, estudió en Cuba y habla un simpático español con acento caribeño. Hace de traductor y enlace. Aunque no sea necesario, siempre me habla en español y me acompaña en todas las misiones y entrevistas oficiales.
Pasemos al asunto de la residencia: El Tribunal Supremo me considera su invitado y se hace cargo de mi estancia. Pero las cosas en Mozambique no salen bien a la primera y la casa que me tienen destinada no está –según parece- en las debidas condiciones. De modo que la van a reformar, pintar y rehabilitar. Esto hace que no pueda ocuparla hasta dentro de dos meses, aproximadamente. Mientras tanto, me llevaron a un hotel en el centro de la ciudad y, dentro de unos días, a un apartamento que el Tribunal tiene en propiedad. En Mozambique, a todos los jueces se les proporciona coche y vivienda aunque no se diga nada de su estado medio. En mi caso no está mal. El coche –un Toyota Camry- no es nuevo pero está en buen estado y eso que durante el viaje del aeropuerto al hotel iba sonando una rueda como si llevase colgado un llavero de plomo, pero debía ser algo sencillo de arreglar porque lo hizo el motorista aunque no logré entender qué había hecho. El apartamento, por su parte, tampoco está mal. Algo destartalado y con un solo dormitorio pero es muy grande, con una cocina enorme que en España incorporaría lavadero, comedor, tendero y office pero que aquí sirve para todo. Hace eco.
El apartamento está frente a un edificio totalmente destruido por una bomba terrorista que explotó hace diez años y que aún se mantiene como entonces. La visión, puede imaginarse, es poco sugerente.
Mi futura casa, en cambio, está en un lugar privilegiado de la ciudad, al lado de la residencia del Embajador, de ex presidentes de países vecinos y de otras personalidades. Apenas la he visto por fuera pero he podido comprobar que tiene un jardín enorme lleno de vegetación y que es un edificio muy grande.
Después de instalarme en el hotel, me llevaron a un antiguo restaurante a la orilla del mar. El Embajador deseaba invitarme a comer y allí me presenté después de un largo paseo por la carretera que discurre junto a la playa. El Embajador es una persona extraordinariamente cortés y muy agradable. Me ofreció toda su ayuda y la del equipo diplomático y me mostró su alegría por haber podido, finalmente, conocerme. Según me contó, tras este viaje hay mucho esfuerzo y negociaciones y se han puesto muchas ilusiones en el proyecto. La comida fue deliciosa, pescado y marisco a la brasa, todo regado con vinho branco portugués.
Así terminó la jornada, el resto del día de mi llegada lo dediqué a disfrutar de la vista de la ciudad y del mar desde mi habitación del piso doce del hotel Rovuma y a descansar, por fin.

jueves, 15 de febrero de 2007



Esto es el Africa Austral. Mozambique. Un país que casi dobla a España en extensión. Limita al norte con Tanzania, Malawi y Zambia, al sur con la República Sudafricana y Swazilandia, al este con casi 2.500 Km. de Océano Índico y al oeste con Zimbabwe.
El territorio está formado por una inmensa llanura con una altitud media de 200 mts sobre el nivel del mar, salvo en en el oeste del país donde se encuentra el macizo montañoso del Inyanga que alcanza los 2500 mts. de altitud.
El país está dividido por el río Zambeze, en el centro. No hay puentes sobre el Zambeze. Al sur, está el otro gran río, el Limpopo. El clima es tropical en el norte y subtropical en el sur.
En el S. XVI, Portugal ocupó Sofala y creó el puerto de la Isla de Mozambique que se convertirá en uno de los más importantes en la ruta a la India. En el siglo XVIII, Portugal fue el primer país europeo en abolir la esclavitud y prohibir el comercio de esclavos, incluyendo sus posesiones en Mozambique aunque, en realidad, los tratantes portugueses serían de los últimos en desaparecer.
En 1951, Mozambique fue declarada Provincia exterior de Portugal. En 1962, Eduardo Mondlane creó el FRELIMO (Frente para la Liberación de Mozambique) y comenzó la guerra de independencia. En 1974, tras la Revolucuón del 25 de Abril que acabó con la dictadura en Portugal, los nuevos gobernantes negociaron con el FRELIMO la salida del ejército portugués de las tierras de Mozambique y su independencia, que llegó el 25 de julio de 1975.
El Presidente Samora Machel formó el primer gobierno siguiendo el socialismo como camino para el desarrollo del nuevo país. En 1975, unas 500.000 personas pertenecientes a familias de antiguos colonos portugueses abandonaron Mozambique con destinos tan diferentes como Portugal, Sudáfrica, Brasil o Australia, temiendo las represalias por parte de la población mozambiqueña.
En 1977, el FRELIMO, apoyado por la Unión Soviética, es declarado como el único partido, mientras que antiguos colonos y mercenarios contratados con la financiación y apoyo logístico de Sudáfrica y EEUU, crean la RENAMO (Resistencia Nacional de Mozambique) iniciando la guerra contra el gobierno de Samora Machel.
En 1984, Mozambique y Sudáfrica firman un acuerdo de no agresión.
En 1986, se estrella el avión en que viajaba Samora Machel y Joaquim Chissano es nombrado nuevo Presidente.
En 1991, el FRELIMO y la RENAMO firman un alto el fuego e inician conversaciones de paz bajo la supervisión de la ONU.
En 1993, se firmó el desarme de las tropas de la RENAMO y su incorporación al ejército nacional, a la vez que se inicia el proceso para la celebración de elecciones multipartidarias.
En 1994 se celebran elecciones en las que Chissano saldrá reelegido Presidente con el 53 % de los votos. El FRELIMO, por su parte, obtuvo la mayoría parlamentaria.
En 2004, tras nuevas y discutidas elecciones ganadas por el Frelimo, resultó elegido nuevo Presidente Armando Guebuza, antiguo general del Frente que dictó la orden "24-20" contra los portugueses (24 horas para abandonar el país con 20 Kg. de equipaje máximo) y actualmente empresario de la construcción, exportaciones y pesca.